No entres dócilmente en esa noche quieta
la
vejez debería delirar
y
arder cuando se cierra el día
rabia,
rabia contra la agonía de la luz
Aunque
los sabios al morir
entiendan
que la tiniebla es justa
por
que sus palabras no encartaron relámpagos
no
entran dócilmente en esa noche quieta
Los
buenos que tras la ultima quietud lloran
por
ese brillo
con
sus altos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian,
rabian contra la agonía de la luz
Los
locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera
y
aprenden, ya muy tarde, que llenaron de penas su camino
no
entran dócilmente en esa noche quieta
Los
solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante
cuánto
los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros
rabian,rabian
contra la agonía de la luz
Y
tú mi padre, allí en tu triste apogeo
maldice,
bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas
no
entres dócilmente en en esa noche quieta
rabia,
rabia contra la agonía de la luz.
Juan Antonio, 1º ESO C
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