miércoles, 4 de junio de 2014

El club de las bicicletas

Todos los niños cuando somos pequeños solemos hacernos amigos de niños que también viven en nuestra calle o en nuestro barrio, y eso es lo que me pasó a mí con Jose Miguel y Eugenio.

A los tres nos encantaban las bicicletas, tanto que hasta hicimos un club donde quedábamos para jugar y hablar de nuestras bicis. También merendábamos y al terminar salíamos a la calle para hacer carreras y así ver quién era el mejor. Yo siempre le ganaba a Eugenio, y Jose Miguel me ganaba a mí, y aunque lo supiéramos, todas las tardes las pasábamos compitiendo por ver quién era el más rápido.

Teníamos mucho tiempo libre, por lo que una tarde en un descampado abandonado decidimos hacer un circuito con obstáculos. Cuando empezamos no imaginábamos que quedaría tan bien. Tenía saltos y hoyos, charcos gigantes de agua y una recta llena de piedras que como no fueras hábil podías caerte. Al poco tiempo nuestro circuito se hizo famoso en todo el barrio y todos los niños empezaron a venir a jugar con nosotros.
  
 Pero un día, cuando íbamos dispuestos a divertirnos nos encontramos a un señor mayor con pinta de borracho, que quería cobrarnos una entrada por correr en nuestro circuito, justificando que ahora era suyo ¡Nada más y nada menos que cinco euros! Pero nosotros nos negamos y entre todos conseguimos atarlo y como castigo lo pusimos en el circuito a modo de obstáculo. Todos lo pasamos por encima durante toda la tarde y cuando quisimos darnos cuenta el viejo había muerto. Todos los que estábamos allí prometimos no decir nada, así que cada uno cogió lo que pudo de su casa y en mitad de nuestro circuito hicimos un gran hoyo y arrojamos al viejo dentro de él.

Eso fue con siete años, y ahora con diecisiete años es inevitable que Eugenio, Jose Miguel y yo nos riamos cuando pasamos por enfrente de ese descampado y recordar  todo lo que pasó en él.



 Francisco Soriano Díaz  (1º Bachiller B)

No hay comentarios:

Publicar un comentario