El amor en las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer se representa en una de las leyendas más fantásticas y simbólicas, denominada "EL RAYO DE LA LUNA".
Esta leyenda nos cuenta la historia de un hombre, Manrique, un joven arrastrado por su soledad y se caracteriza por ser muy encerrado en sí mismo.
"Amaba la soledad, y la amaba de tal modo, que algunas veces hubiera deseado no tener sombra, porque su sombra no le siguiese a todas partes"
Le encantaba la poesía y por ello su carácter solitario le permitía pensar y poder remover su mente.
"Amaba la soledad, porque su seno, daba rienda suelta a la imaginación…."
Una noche cálida de verano, mientras paseaba solo por las ruinas de un convento vio como una hermosa mujer se dirigía al monasterio de los Templarios.
"En el fondo de la sombría alameda había visto agitarse una cosa blanca, que flotó un momento y desapareció en la oscuridad. La orla del traje de una mujer, de una mujer que había cruzado el sendero y se ocultaba entre el forraje,….."
Manrique queda encantado con esta hermosa figura blanca y majestuosa.
"-¡Una mujer desconocida!....¡En este sitio!.....,¡a estas horas! Esa, esa es la mujer que yo busco-….."
Él la siguió e intentó alcanzarla y hablar con ella, pero a pesar de todos sus intentos no consiguió alcanzarla hasta que llegó a la que él supuso que era su casa. Pero cuando tocó a la puerta y preguntó que quién vivía allí.
"¿Quién habita en esta casa? ¿Cómo se llama ella? ¿De dónde es? ¿A qué ha venido a Soria? ¿Tiene esposo?..."
La persona que le abrió la puerta le dijo que era la casa de Alonso de Valdecuellos que era el montero mayor del Rey y que vivía solo.
"En esta casa vive el muy honrado señor D. Alonso de Valdecuellos, montero mayor de nuestro señor el rey, que herido en la guerra contra moros…"
Pasado un tiempo volvió a verla desde su balcón y la volvió a seguir pero mucho más cerca y así pudo darse cuenta de que lo que veía era un rayo de luna por el medio del bosque, al que le daba voz el viento que chocaba contra árboles.
"Aquella cosa blanca, ligera, flotante, había vuelto a brillar ante sus ojos, pero había brillado a sus pies un instante, no más que un instante."
"Era un rayo de luna, un rayo de luna que penetraba intervalos por entre la verde bóveda de los árboles cuando el viento movía sus ramas"
Esto llevo al protagonista a una gran melancolía pensando que la vida era un engaño y el amor era un simple rayo de luna.
"-¡El amor! El amor es un rayo de luna-murmuraba el joven."
Lucía Hernández Quesada 4ºB
No hay comentarios:
Publicar un comentario