Podemos observar en la mayoría de las leyendas de Bécquer, que casi todos los personajes masculinos son muy valientes y hacen cualquier cosa para complacer a sus amadas; como por ejemplo en "El Monte de las Ánimas", en el que Alonso (protagonista junto con Beatriz), es un joven inocente y enamorado de su prima y por la que haría cualquier cosa. Además es un muchacho bueno, sereno y temeroso (aunque fuese conocido por "el rey de los caballeros"). Pero a pesar del miedo, es un chico valiente y atrevido que muere por complacer a Beatriz al ir en busca de la banda azul que había perdido.
"… ¿a qué ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes?..."
-"…movido como por un resorte se puso en pie, se pasó la mano como para arrancarse el miedo que estaba en su cabeza, y no en su corazón,…"
Sin embargo, en el "Maese Pérez, el organista", los personajes masculinos son bastantes distintos respecto a la leyenda anterior. Tenemos, como bien nos indica el título, a Maese Pérez que es un anciano humilde, pobre, nombrado también como "un varón santo" y que se dedica a velar por la inocencia de su única hija y componer registros en su órgano favorito, el cual nadie sabe tocar tan bien y con tanto pasión como él, que emociona a cualquiera que lo escucha. Además, es ciego, pero ello no es una carga para él, ya que es un hombre paciente, esperanzado y tiene una gran fuerza de voluntad hasta el final de sus días. Maese Pérez es un prodigio.
-"…Cuando le preguntan que cuánto daría por ver, responde: Mucho, pero no tanto como creéis, porque tengo esperanzas…"
-"…esta es la última, lo conozco, y no quiero morir sin visitar mi órgano… Vamos, lo quiero, lo mando; vamos a la iglesia…"
También añadir que en esta leyenda hay otro personaje masculino reconocido y es quien sustituye a Maese Pérez para tocar el órgano. Este es un hombre que aparenta ser orgulloso y pedantesco, y que hacía una notable contraposición con la modesta apariencia y bondad del Maese Pérez.
Por último "Rayo de Luna", nos muestra a un noble señor que amaba la soledad, que daba rienda suelta a su imaginación, que nunca encerraba sus pensamientos porque los escribía, era poeta y se llamaba Manrique.
-"…en cualquier parte estará, menos en donde esté todo el mundo…"
-"…amaba la soledad, y la amaba de tal modo, que algunas veces hubiera deseado no tener sombra porque su sombra no lo siguiese a todas partes…"
Manrique era un soñador y había nacido para soñar el amor, no para sentirlo. Hay que añadir que estaba un poco loco y a veces su delirio llegaba muy lejos. También es un joven que no pierde fácilmente la esperanza.
-"…Dos meses habían transcurrido…dos meses durante los cuales había buscado, en vano, a aquella mujer desconocida, cuyo absurdo amor iba creciendo en su alma merced a sus más absurdas imaginaciones…"
La locura del protagonista, Manrique, se debe a la desesperación de saber que aquello que buscaba y que quería con todas sus fuerzas era irreal e inalcanzable, porque simplemente era un rayo de luna.
Rebeca Moreno García 4ºA
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