lunes, 27 de enero de 2020

El amor en las leyendas de Bécquer

En estas tres leyendas se siente el amor de tres formas distintas: 

En el Monte de las ánimas, el amor se ve de dos formas: el de Beatriz es un amor egoísta, ya que deja que se vaya Alonso a buscar un pañuelo a un bosque, en el cual sabe que puede morir, y así pasó. En cambio, el amor de Alonso es más sincero, pero triste a la vez.

Mientras el joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los labios de Beatriz, que cuando concluido exclamó con un tono indiferente y mientras atizaba el fuego del hogar, donde saltaba y crujía la leña, arrojando chispas de mil colores:

¡Oh! Eso de ningún modo. ¡Que locura! ¡Ir ahora al monte por semejante friolera! ¡Una noche tan oscura, noche de difuntos, y cuajado el camino de lobos! 

Él es muy valiente y sabía que iba a ir a por el pañuelo y al final murió. 




En la leyenda Maese Pérez, el organista, aquí el amor se ve reflejado en forma de melodía, todos los feligreses esperaban dentro de la iglesia a Maese Pérez que era el único que sabía tocar el órgano, pero estaba enfermo, su gran amor hacia la música hizo que fuera a tocar y allí en la catedral tocó por última vez.

De cada una de las notas que formaban aquel magnífico acorde se desarrolló un tema, y unos cerca, otros lejos, éstos brillantes, aquéllos sordos, diríase que las aguas y los pájaros, las brisas y las frondas, los hombres y los ángeles, la tierra y los cielos, cantaban cada cual en su idioma un himno al nacimiento del salvador.

La multitud escuchaba atónica y suspendida. En todos los ojos había una lágrima, en todos los espíritus un profundo recogimiento.

En la leyenda Rayo de Luna, el señor Manrique siempre estaba solo y sus sentimientos y amor eran a la soledad. Quería una mujer, soñaba con ella, creía verla, pero no la encontró, era un rayo de luna. Y así la soledad fue quien le acompañó y le dio el amor y la sensatez que buscaba.

En efecto, Manrique amaba la soledad, y la amaba de tal modo, que algunas veces hubiera deseado no tener sombra, porque su sombra no le siguiese a todas partes.

Daniela Pérez Rodríguez. 4ºB

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