Mamá Elena intenta imponer y representar la figura firme "del hombre" en su casa y queriendo cumplir con la tradición de que la hija menor debe cuidar de su madre hasta la muerte, no permite que exista una relación amorosa entre Pedro y Tita, la cual reemplaza sentimientos, como el amor que no recibe por parte de su madre, a través de los elogios que recibe por los platos que cocina.
La figura de Mamá Elena es tan firme y tan influyente en Tita que incluso estando muerta, Tita sigue creyendo que debe obedecerla y actuar conforme a su madre le hubiera gustado. Después de la muerte de Mamá Elena, Tita descubre leyendo una carta que su madre también sufrió el hecho de no poder estar con la persona amada puesto que era de color y sus padres se negaron. La muerte de Mamá Elena no trae consigo una liberación total para los que la rodean hasta el final de la obra, cuando Tita es consciente de que su madre verdaderamente no puede hacerla sufrir más aún porque está muerta y porque al fin y al cabo, Mamá Elena también sufrió una situación parecida a la que ella estaba sometiendo a su hija.
Lucía Valdivia Ruedas (4ºC)
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