sábado, 24 de mayo de 2014


Aún recuerdo aquel tiempo lleno de momentos que marcó tanto aquellos años de mi niñez. 
Un recuerdo que tengo en mi memoria, es cuando mi abuelo me empezó a enseñar a montar en bicicleta, aunque permanece bastante borroso e impreciso en mi mente. A consecuencia de esto, tengo alguna que otra marcaspor mi cuerpo, pero sinceramente no recuerdo nada de esos trágicos momentos que viví.
 A la edad de seis años tuve a mi hermana, la impresión que me dio nada más verla entrar por la puerta de mi casa, es que parecía una cría de cualquier mamífero, ya que tenía bastante pelo y con un color negro como el azabache. Aunque a primera vista pensase eso, me encantaba la idea de poder tener a alguien con quien jugar todos los días y también tener a quien echarle las culpas de todas mis travesuras.
Durante un verano, mis padres decidieron llevarme al pueblo natal de mi madre para que me hospedase en la casa de mis tíos y pasar un tiempo con ellos. Lo que más me gustaba del pueblo de mi madre era la gran charca que había a unos 500 metros de la entrada de este. Todas las tardes mis amigos y yo, incluido mi primo, siempre nos íbamos a bañarnos y a jugar al "pilla-pilla" en la orilla de la charca. Eran unas tardes inolvidables y llenas de risas. Otra de las cosas que más me gustaba era poder levantarme a la hora que quisiera y siempre ver mi programa infantil favorito "Los Teletubbies".
A todos estos recuerdos se le pueden añadir muchos otros más de los que nunca podré olvidarme y siempre que me acuerdo de alguno de ellos, en mi cara se puede contemplar una gran sonrisa.
Por eso pienso que la personalidad de cada uno está formada de todos esos pequeños e inolvidables momentos, esto es lo que nos hace ser únicos.

Adoración Quesada (1º Bach. A)

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