sábado, 24 de mayo de 2014

¡Al agua pato!


Llegó un cierto verano de cuyo año no quiero acordarme, no ha sido mi mejor verano, ni mucho menos, pero si tengo una buena anécdota que contaros. Atended y poned vuestros ojos sobre la pantalla que comienza mi relato. 
Tenía 6 añitos y como todos los años se llenaba la azulada piscina que había en mi cortijo, rodeado de los más bonitos encinares, lleno de alegría y buena gente y del cual tengo muchos recuerdos, pero no quiero irme del tema, continuemos. Una vez llenada la piscina toda la familia esperaba unos días para que se calentaran un poco las gélidas aguas de la diversión veraniega por excelencia. 
Ya habían pasado los ansiados días, ya todos estrenábamos nuestros estilosos bañadores, nuestros coloridos y animados manguitos y flotadores. Yo, como buen bañista, presumía de mi flotador de los Picapiedra y andaba por los bordes de la piscina con cuidadosos pasos quemándome las delicadas puntas de los dedos de mis pies y en puntillas, cual "repipi" anda por su casa, paseaba a los alrededores de las piedras que bordeaban la piscina esperando mi turno de zambullida. 
Lo tenía todo controlado, me lanzaba a bomba con mi flotador como los vástagos de mis tíos y comenzaba a nadar hasta llegar a las sufridas escaleras, las cuales subía y volvía a repetir la experiencia, pero un día falló. Mi perfecta jugada se fue al garete. 
Al lanzarme vi que había tomado más potencia de lo normal y cuando estaba en las más plenas alturas el flotador se fue, vi perdidos todos mis papeles, mi apoyo se fue a freír espárragos. Cuando toqué agua y me zambullí asomé rápidamente mi cabeza y como perro lanzado al agua intentaba llegar hasta ahora, las preciadas y ansiadas escaleras. Llegué. Al salir toda mi familia me felicitó y yo muy orgulloso saqué dos conclusiones de todo esto. Una, que ya sabía nadar y la segunda y yo creo que más importante es que ante las peores situaciones de tu vida sé valiente, no te rindas nunca y sigue adelante, llegarás a tu meta viendo todo lo que has hecho, recordando los malos recuerdos y quedándote con los buenos frutos cosechados de estos.

PEDRO GARCÍA GUZMÁN 1º BACH. A

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