sábado, 24 de mayo de 2014

Ella

Dicen que cuando ves a la persona a la que amas, el tiempo se para, es algo mágico a lo que nunca le he podido dar explicación alguna. Lo que no dicen es que te quedas como un tonto observándola si moverte, ni que luego el tiempo corre el doble de rápido, y que no te da tiempo ni a lanzarte.
Recuerdo que apenas la conocía de vista, y sólo porque pasaba por donde nos encontrábamos, y ni siquiera me llamaba la atención, pero un día, sin comerlo ni beberlo, me habló, no me dijo nada del otro mundo, pero su voz me encogió el alma... Era un sonido suave, tenue, dulce, no me explico cómo semejante minucia me volvió loco. Mi pensamiento tenía nombre y mi corazón, dueña.
Poco a poco, empecé a hacerme su amigo, su hombro en el que llorar, con quien se desahogaba, hasta que un día, sus ojos se cruzaron con los míos, y... Si bonita era su voz, preciosa era su mirada, sus azules ojos con un tono grisáceo plata son un laberinto en el que todavía hoy no me encuentro.
Mi razón sólo tendía de un hilo tan fino que sólo con un leve soplido se rompería. Su mirada es la playa donde la luna se hecha a dormir, sus rubios cabellos son mi bosque y en su piel yo me quiero morir.
De repente me lanzó una sonrisa, esa sonrisa... Tendrían que obligarla a sonreír, es un crimen taparla con una pena, entonces, aquel pequeño hilacho se partió, mi razón cayó, y con ella la fina barrera que hay
entre esa odiosa frase de "No debería" y la de "Hazlo".
Entonces mis brazos se movieron y me la aproximaron al cuerpo mientras estos la envolvían, sentía su agitada respiración exhalada en mi pecho, mi corazón reventó de pasión. Giré la cabeza, nuestros labios se acercaban lentamente, ella me pasaba sus delicados brazos por la espalda, bajándolos poco a poco mientras yo hacia lo mismo. Nuestros labios se rozan pero...
Abro los ojos, despierto, yo no soy nada para ella cuando para mi es una meta inalcanzable y absurda por mi culpa...

Anónimo;)

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