sábado, 24 de mayo de 2014

Si hablamos de recuerdos, se me vienen muchos a la cabeza, pero si tuviese que elegir alguno para este relato, seguramente sería sobre aquellos tiempos en los que con apenas 9 o 10 años subíamos al barrio de La Viña.
Allí, subíamos muy a menudo para jugar a todo tipo de cosas y hacernos infinidad de chozas en los arboles. 
Aunque también hacíamos varias travesuras (todo sea por hacer la mejor casa del árbol) como robar los palés de madera de un patio que había por allí.
Con esa misma edad recuerdo de jugar a fútbol día sí y día también, y de quedar por las mañanas tan temprano que nuestros padres nos regañaban a todos por ello. Aunque sin duda, lo mejor eran las incansables caminatas que llegábamos a darnos por todos los carriles y caminos cercanos, con el simple objetivo de saber dónde se acababan, aunque fueron muy pocos los casos en los que les dimos fin.
Porque con esa edad, no importaba mancharse los pantalones de barro o la cabeza de tierra si con ello pasabas un buen rato con tus amigos. 
Y aunque lamentablemente, esos tiempos son cosa del pasado, nunca viene mal recordarlos con tus amigos de la infancia, o por estar haciendo un trabajo de lengua a las 10 de la noche. Y creo que aquellos años, sin saberlo, llegaron a ser los mejores años de los que llevo vividos, en los que más libre era de hacer cualquier cosa, y aunque no nos diésemos cuenta en aquel momento, las experiencias seguirán ahí con nosotros mientras sigamos en el mundo. 

Jose Antonio Leyva 1º Bach. A

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