domingo, 11 de mayo de 2014

Un viaje para el recuerdo de la memoria

Aún recuerdo un hecho que definitivamente marcó mi infancia y todavía sigue afectándome hoy día. Este hecho fue mi viaje a Francia. En ese preciso momento, poseía doce años y estaba estudiando primero de la E.S.O.
Por mi edad, era muy joven, aunque no por ello me faltaba entusiasmo y cierta curiosidad. Este viaje estaba programado para alumnos mucho mayores que yo y sobraban muchos asientos, puesto que era caro. Así que, se lo comenté a mi madre que sin dudarlo ni un momento aceptó. De esta manera, me vi en Francia con doce años, viviendo con una extraña familia que no conocía de nada durante una semana.
Después de un viaje de veinte horas aproximadamente, que fue muy cómodo puesto que había mucho espacio, llegamos a La Rochelle. Era una bonita ciudad con mucho verde, situada en el delta de la desembocadura de varios ríos franceses. Cuando bajé del autocar, lo primero que hice fue buscar a la familia que me habían asignado pero no la encontraba. Cuando ya se habían ido muchos de mis compañeros, vi a los lejos una mujer con unos cabellos rubios y desaliñados, alta y con una delgadez casi raquítica; saliendo de un Renault Laguna bastante deteriorado. Se me acercó y me preguntó con un típico acento francés: "¿Chady?" Yo me quedé mirándola fijamente y asentí por lo que me fui con ella en su viejo carromato. Cuando llegué a su casa me presentaron al resto de miembros de la familia. Todos los días íbamos de excursión con el resto de compañeros. Hasta ahí todo normal, sería un viaje normal, uno más en mi atareada vida.
Pero lo más raro del viaje fue la familia. Eran muy oscuros y raros. Llegó un momento en el que temía llegar a casa puesto que Vincent, que era como se llamaba el hijo de esa extraña mujer, tenía dos katanas de enormes dimensiones en su cuarto. Tenía un cierto temor a que cualquier noche pudiera perder mi cabeza, así que no podía conciliar el sueño. Mis sospechas aumentaron cuando la abuela del chico entró en una fuerte discusión con su hija y pude captar: "¿Tu es drogué cien par cien?" En ese momento comprendí en qué tipo de lugar me encontraba. Otra curiosidad de esta casa era que en la cochera siempre había un putrefacto y extraño olor. Un día vi unas bolsas negras en esta cochera que me hicieron sospechar de que algo raro pasaba. Al día siguiente se lo comenté a Alice, mi profesora de francés, que me dijo que no le diera la más mínima importancia. Así hice y de hecho, su consejo me dio tranquilidad hasta que una noche, me levanté de la cama para ir al servicio. Vincent no estaba en su cama, que estaba junto a la mía, y las katanas no se encontraban en su sitio. Salí del cuarto y vi que en la planta baja había una luz encendida. Cuando me acerqué, pude observar en la cochera a todos los miembros de la familia apiñados en torno a algo aunque, en seguida, me apresuré a irme a mi cuarto. Afortunadamente, era mi última noche ahí, al día siguiente me fui de La Rochelle y volví a España.
Al poco tiempo mi profesora me comentó que la familia había sido detenida por practicar rituales de canibalismo, por suerte pude escapar vivo. Ahora todas mis preguntas, habían tenido por fin, una respuesta.

Chady Manuel Porcel Youssoufi 1º BACH A

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