domingo, 25 de mayo de 2014

VEN BRUJA, ESTÁN LAS LUCECITAS

Cuando no sabes si lo que estás viviendo es real o ficticio, es ahí cuando estás soñando, o más bien sintiendo.
Todo comenzaba cuando aún siendo una niña me montaba en el coche y me sentaba en el asiento trasero del mismo. Volvíamos de noche y eso me encantaba, no tenía que ponerme el cinturón y podía jugar libremente.
El cielo se volvía cada vez más oscuro y empezaban a asomarse las primeras estrellas. Yo miraba por la ventana y ahí empezaba mi aventura.
Las estrellitas, pequeñas lucecitas me persiguen, ¿qué hago?, no puedo hacer otra cosa que esconderme entre el asiento trasero y el delantero para que no me vean. Me asomaré, quizá se hayan ido y ya no vuelen detrás de mi. ¡Oh no!, ahí siguen. Idearé un plan para despistarlas y así me libraré de ellas, me arrastraré por el suelo sin levantar la cabeza hasta la ventanilla, como un soldado en el campo de combate. 
Cuando llego después de un estratégico desplazamiento entre los asientos, puedo observar que las lucecitas no se han ido ¿querrán algo? De repente una sombra aparece, me mira y yo asustada me agacho, no quiero mirar pero lo hago. Una bruja con una increíble escoba vuela al lado del coche, tan rápido que se le cae su sombrero de pico. Me empiezo a reír y con cuidado saco la mano por la ventanilla y la empujo tan fuerte que empieza a dar vueltas sobre su escoba como si se tratara de una noria.
Cuando vuelvo a mirar el cielo, esas lucecitas llamadas estrellas siguen en el cielo azul oscuro, casi negro, como si fueran pequeños faros en un inmenso mar. No se han movido de mi lado y me duermo pensando si esas luces brillantes me acompañarán siempre en los momentos de miedo, tristeza o alegría, incluso cuando de nuevo vuelva la bruja.

Mercedes Justicia Ruedas (1º Bachillerato A)

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