sábado, 24 de mayo de 2014

La naturaleza más viva que nunca

Nunca olvidaré el olor de aquel verano, el olor de la naturaleza y lo maravillosa que puede llegar a ser. Desde aquel bonito día en el que me perdí en el campo y llegué a aquel lugar tan hermoso no paro de buscar el camino para volver a estar ahí, donde la naturaleza está más viva que nunca.

Un caluroso día de julio, mi familia tuvo la idea de irse al campo todos juntos a pasar el día, todos estaban entusiasmados menos yo, puesto que el campo estaba relacionado con toda clase de bichos e insectos que revoloteaban libremente y que, a mí personalmente, me causaban una extraña mezcla entre miedo y repugnancia. Después de varios intentos fallidos de no ir y quedarme en mi casa, todos nos montamos en el coche y fuimos camino a aquel lugar donde mi madre había pasado gran parte de su infancia y que, junto a mis tíos, tenía sus más bellos recuerdos.

Llegamos a aquel lugar y todos empezaron a hablar, reír y comer y, entre todo el alboroto decidí ir a dar un paseo para poner fin a mi aburrimiento. Estuve andando durante un par de minutos por la zona que conocía hasta que llegué a unos grandes árboles cuyas hojas tapaban una parte del camino. No había estado nunca en ese lugar y decidí explorar lo que había. Crucé entre los dos árboles y llegué a otro camino, mucho más estrecho que los anteriores y con grandes piedras blancas que lo cubrían; continué andando durante bastante tiempo hasta que a lo lejos pude ver el paisaje más bonito que jamás he visto. Desde la distancia se podía ver una gran explanada recubierta de flores de distintos colores, rodeada de enormes árboles con unas flores muy bonitas. Cuando llegué lo primero que hice fue tumbarme entre esas flores y mirar al cielo mientras escuchaba el sonido de los pájaros. En ese mismo instante me di cuenta de lo poco que me había parado a observar a mi alrededor y ver las cosas que me rodean. Aquel paisaje parecía surrealista y, mientras observaba la belleza de aquel hermoso lugar, pude escuchar el sonido del agua. Me acerqué al lugar de donde provenía el sonido y vi un pequeño riachuelo cristalino donde se podían ver al fondo unas brillantes piedras blancas, como las que había en el camino que me había conducido hasta él.

Después de un tiempo observando la belleza de aquel increíble lugar decidí volver con mi familia. Durante el camino estuve pensando la manera para describir aquel hermoso paisaje y que todos lo pudieran observar, pero recapacité y pensé que aquel lugar estaba así porque aún nadie lo había descubierto, así que decidí mantenerlo en secreto para que nada de él fuera destruido y otra persona que se adentrase en él pudiera admirar la naturaleza, que en aquel lugar se encontraba más viva que nunca.
María Fuensanta García Fernández. 1º Bach. B

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