domingo, 25 de mayo de 2014

Mi feliz accidente

Pensé que iba a ser otro día de Febrero normal para una chica de 15 años, ya saben, otra inyección de rutina. Pero en cuanto puse el primer pie en el suelo de mi habitación, supe de alguna manera que ese día no iba a ser "normal". Despertó en mí un extraño instinto animal, algo que me incitó, que me retó a hacer solo lo que mi interior me pedía, y otra cosa no, pero los retos me encantan. 
Lo que de ninguna manera imaginaba fue lo que en realidad pasó aquel día,descubrí algo, que quizá la mayoría de los que lean esto no me crean, pero fue real, lo sentí en mis propias carnes, bueno, más bien en mi propio sentir.
Sucedió esa misma noche, hacía un frío abismal, sí, de ese que te cala hasta los dientes, pero pronto tornó a calor intensa cuando descubrí que tenía el fabuloso poder de parar el tiempo. Sí, tal como lo leen.
Mis labios se fundieron con los de Ella, y el universo entero se paró. Asustada, ingenua y bastante conmocionada reaccioné separando despacio mis labios, entonces, como si de un interruptor se tratase, el mundo volvió a girar. Aún sin salir de mi asombro, me pregunté cómo un acto tan simple podía ser tan poderoso. 
El corazón y mi alma como tal querían salir de mi cuerpo e irse corriendo, así que tomé un poco de aire, me armé de valor y le robé otro beso. Quién sabe si fue por salir de dudas, o simplemente porque cuando se besa es muy difícil parar. El caso es que de esta forma volví a invocar a la eternidad. Ya no cabía duda, aquello era algo real, lo sentí en todo mi ser, exteriorizándose fuera, en el mundo, parando cada movimiento que no fuese nuestro. Fue algo parecido a lo que le pasó a Alexander Flemming con la penicilina. Éste fue mi "feliz accidente"

Anónimo;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario