sábado, 24 de mayo de 2014

Capítulo 2. Un portazo al pasado


Como ya os conté, tras haberme puesto la ropa, lleno de infantil curiosidad, me dirigí hacia la azotea para ver cómo los fontaneros arreglaban una avería. Corriendo hacia la obra al galope cual caballo desbocado por el entusiasmo oí un amargo crujido. De repente, el sonido se acercó más y más hacia mí.
La colosal puerta de robusta pero seca madera se abalanzó sobre ese alocado niño, sepultándolo bajo sus más de cuarenta kilos. La siniestra escena parecía mostrar cómo un portón ya jubilado en el trastero acababa con la tercera y última primavera del pequeño.

Fue muy rápido, ocurrió sin darme cuenta. Todo oscureció. Una intensa y cálida luz que emanaba de las rendijas de una reluciente puerta me despertó. Abrí la puerta, saliendo así del frío recibidor en el que me encontraba. La calle parecía alegre y transitada, pero solo recuerdo a una pareja que hablaba con un hombre trajeado. La mujer, con un gran bulto en la barriga parecía desnudar la casa con la mirada mientras que el hombre discutía con el señor del traje acerca de lo que parecían ser los datos de la vivienda.
Como ya sabéis esos rostros tan familiares eran los de mis padres.
El estruendoso golpe contra el suelo alertó a los trabajadores que, levantando la puerta a la vez que sujetaban a la nerviosa madre, comprobaron cómo el niño volvía en sí, asustado, pero con la mirada aun clavada en la polvorienta puerta. Todos habían pensado que el día del niño había llegado.
Realmente no sentí dolor al traspasar esa barrera temporal o puede que, simplemente se me haya escapado de la mente. Vagamente recuerdo cómo mi madre, aterrorizada, comprobaba si me encontraba bien. Asombrosamente no tenía ninguna herida de gravedad. 
A partir de entonces me ocurrirían muchos sucesos extraños durante mi infancia y adolescencia, pero hoy no me da tiempo a contároslos.
Quizás se me olvida algún detalle de este primer incidente pero como comprenderéis es muy difícil traer a la memoria los sucesos de hace varias décadas. Mañana os contaré el resto de mi historia y el motivo por el que estoy aquí hoy, sed pacientes, todo llega a su debido tiempo.

Baltasar García Galiano. 1º bach. A


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