sábado, 24 de mayo de 2014


Hallome yo un día de mi tierna infancia contemplando la flagrante expectación de la vuelta ciclista a Sierra Mágina, cuando observé a otros infantes imitando a los profesionales, corriendo con sus vehículos no motorizados en las calles contiguas y decidí hacer lo mismo.
Me dispuse a coger mi bicicleta y unirme a la tropa, ¡pero más que infortunio! En mitad de la emocionante carrera me di cuenta de que sufrí sabotaje y cuando quise dar cuenta ya me hallaba cuesta a bajo y sintiendo una velocidad de 73 Km/h y una aceleración de 5.3 m/s2.
Tenía la esperanza de que algo me frenara, pero lo que me frenó fue un bordillo que me hizo rebotar y caer sobre una piedra tan grande como el peñón de Gibraltar.
El agujero que me hice en la rodilla me pareció tan profundo como la Fosa De Las Marianas. Me llevaron a urgencias en coche rápidamente echando sangre a caños. Cuando llegué a urgencias me atendieron y me hicieron un diagnóstico, me dijeron que me rompí la rodilla y que tenía una rotura en las paredes interescapulares del tricepoide mazocoidal subgalloleico.
Me surgió el pánico cuando un doctor entró con aguja e hilo para cerrarme la herida, nunca había tenido una operación y me iba el corazón a 100 por hora. Mientras me ponían los puntos, el doctor intentaba distraerme hablándome de fútbol y otra cosas.
Al final me pusieron 5 puntos y dos semanas de reposo, aunque la escayola me legaba hasta el cuello y casi me ahoga.
Después de todo esto, todo quedó en un susto (casi infarto) y una cicatriz.

Anónimo;)


No hay comentarios:

Publicar un comentario